sábado, 28 de septiembre de 2019

agua de borrajas, o Huelga por el cambio climático.

Como agua de borrajas para el cambio climático.

Hablar del cambio climático y movilizarse junto los estudiantes por las calles es algo elevado.
Contar  que personalmente se consume todo lo que se puede consumir, y sincerarse explicando que si le dejarán a uno  consumir todo lo que pudiera, lo haría, denota una gran bajeza.
También queda bastante mal ir a las movilizaciones por el cambio climático, y luego irse de tapas.
Pero este es el pan nuestro de cada día:
el consumo.
Por eso quiero ser optimista.
Todavía quedan bosques con árboles , con  arbustos, con flores, con  ardillas saltando por las ramas, y nidos de aves  en las copas.
En el mar siguen habiendo peces, yendo de un lado  a otro  bajo los plásticos que flotan en una única dirección para juntarse  como una masa, y formar una bonita isla llamada toxicidad. El resto del mar sigue siendo azul como hace millones de años.
Así que hermanos de especie.
 Seamos felices y optimistas, no dejemos que el negativismo colectivo nos afecte en lo personal.
La vida son dos días, una dulce sinfonía que una conciencia medio ambiental corona como una guirnalda.
Escrito estaba en muchas pancartas  en la primera huelga por el clima  en la que participé , señalando  el consumo como causa principal  de los problemas medio ambientales de nuestro planeta.
Había muchos estudiantes famélicos   que se alimentan de macarrones y pizzas, siendo apoyados  por un colectivo de padres de familia de clase media, gente con conciencia social que ya hacia años que se habían colocado en un buen puesto en la administración, o abierto su propio negocio que les iba bien.  Ahora iban con sus hijos satisfechos de su vida a manifestaciones y ferias ecologistas con pancartas contra el consumo. Esta gente con experiencia,  habían reservado mesa en el bar para cuando se terminara la concentración a las puertas de subdelegación del gobierno de Castellón, y tener asegurado  donde comer un buen solomillo.
Gente como yo, que se había juntado con unos amigos en la concentración , nos costó caminar  un poco por Castellón para encontrar sitio para cenar. Esto no era un efecto del cambio climático, sino  lo lleno que estaba todo el día de la huelga de consumo y por el clima.
Hubo momentos de desaliento, y algunos quisieron irse, pero al final permanecimos juntos y cenamos bien y barato  en un bar Cubano.
Yo probé el sanwinch cubanito, y el mayor acto anti consumo que hicimos fue no tomar mojitos a modo de protesta, porque alguien que conocía bien ese local al que era asiduo aseguro que habían disparado el precio de los mojitos  desde hace poco.
¡Ya ni en un bar cubano puedes tenerlo todo a precio del pueblo!
El capitalismo es el responsable del cambio climático, los políticos solo nos facilitan lo que queremos:
Consumir todo lo que nos dejen.
La manifestación de ayer, si tuviera que reflexionar sobre ella, empezaría escribiendo:
Agua de borrajas es lo que quiere la gente para frenar el cambio climático.
Angelillo de Uixó.



martes, 17 de septiembre de 2019

El Planeta de los Simios (Españoles)



El Planeta de los Simios Españoles.

Nada más llegar a la costa de Moncofar perdimos el horizonte de la vista , a mi espalda quedaba la sierra de Vall d´Uixó de la que veníamos . El mar estaba a unos pocos metros, lo presentía, aunque no lo podíamos divisar. Las gaviotas volaban sobre los tendederos de ropa blanca semejantes a velas de pesqueros  en las azoteas de nueve alturas, y algunas aves marinas llegadas del vertedero , posaban en las enromes grúas de la construcción abandonadas  como si fueran el mástil de un barco pesquero  perdido en un mar de hormigón y asfalto. El sonido del mar resonaba entre los sótanos de las cocheras que  inundaban  los coches como si fueran submarinos   cuando había gota fría, como estos días . Tras los últimos complejos de fincas a primera línea del mar ,surgían unos  pocos metros de costa y:  
el Mar chocando contra el paseo marítimo.
Cuando saltamos del bordillo del paseo  a la arena húmeda, mis husky que empujaban la bicicleta quedaron detenidos como yo, mirando el majestuosos  e impresionante paisaje de agua con sus patas sintiendo la textura fina por la que empezaban a caminar
¡Lo habíamos conseguido!
 después de casi dos horas de viaje , y unos 15 kilómetros de travesía por caminos rurales esquivando las carreteras:
 ¡ llegábamos al mar!
 Una escollera metida en el agua a menos de dos metros de la orilla, cuyas moles negras de piedra sobresalían  como un iceber de cantera , partía en dos la costa con el mar , protegiendo una playa turística desbordada por el temporal. Unas gotas desprendidas de una enorme ola desintegrada contra las rocas, mojó nuestros rostros mientras permanecíamos quietos y en silencio. Las olas chocaban entre sí hacia todos los lados, llenando el aire de espumosa blancura que desaparecía en pocos segundos, como en una fiesta  liberal cuando abren las botellas de champaña celebrando  empresarios y políticos locales la construcción de una nueva urbanización, puerto deportivo  o campo de golf. A nuestra espalda,  edificios construidos en el 2008 y no vendidos , caían sobre ellos mismos carcomidos por la corrosión del salitre, y algunos albañiles apuntalaban de mala gana las vigas con aluminosis de los edificios con carteles de en venta.
Una gaviota que daba bandazos a derecha e izquierda formando con sus alas un paracaídas, cayó  pocos metros de donde estábamos. Entre los guijarros y el agua  empezó a pescar mientras las olas rotas por el espigón  pasaban sobre su cabeza . Los perros tiraron de la bicicleta yendo hacia el ave, las cadenas se tensaron y los hierros de la bici chirriaron mientras yo la sujetaba con fuerza para no caer arrastrado. La gaviota al vernos, imagino que extrañada de esa especie de animal de tres cabezas y diez patas, empezó a elevar el vuelo mientras los perros veían como se les iba. Entonces comenzamos a caminar por la costa, como si fuéramos lobos marinos de un mar aullando. Nuestros pies estaban mojados y los oídos taponados de un ruido  ensordecedor. Los husky apenas escuchaba mi voz dirigiendo el camino, e iba a su merced paralelo a la costa. A mi espalda quedaban las huellas de mis pies, las de mis perros, y el surco de la bicicleta que el mar borraba al instante. De repente, a mi izquierda, se hizo un claro en el paseo, y pude observar como sobresalía en este paisaje monótono de cerramiento cerámico  y fincas , unas pequeñas dunas repletas de flora. Era unas las últimas que quedaban , y estaban  delante de dos lujosos  chalets. Esas dunas, que tendrían unas extensión de unos 100 pies , no llegaban  ni siquiera a ser tan grandes  como las dos fachadas de los chalets, y parecían que formaran parte de su jardín, más que de la naturaleza,  pero aún así eran gran valor ecológico, paisajístico, y de reclamo turístico. Incluso habían colocado unos carteles explicando como era antes la costa.  Abandoné la bicicleta que al caer empezó a mecerse sobre la orilla  del mar sujetada por las cadenas de los husky. En  mi desesperación me incliné de rodillas sumergiéndose dos dedos en el agua a la que golpeaba con el puño gritando:
¡ Malditos seáis maniáticos , yo os maldigo, maldigo vuestro negocios, vuestras guerras, , os lo habéis cargado todo, no habéis  dejado prácticamente nada ,acabaréis con toda la humanidad con vuestra codicia, malditos, malditos…!
Angelillo de Uixó.