viernes, 20 de abril de 2018

Bakalao de primavera, las avispas en acelgas





La voz de Inma se escucha tras de mi. Estoy contemplando unas hojas de acelgas, sorprendido,  al girarme la veo , como tantas veces desde hace tres años que compartimos labores en el huerto. Este año no ha venido al huerto a ayudarme. Ha pasado el invierno curándose el pie derecho. Tiene algo más de setenta años, pero su salud es robusta. Se encuentra con ganas y necesidad de trabajar, cosa que aprovecho y le doy siempre que quiere venir algo de faena. Como soy un caballero, no lo doy lo más duro . Le mando quitar algunas hierbas, cortar algunas ramas finas de los olivos para que las ponga a los guisantes y que se enreden en ellas para que lleguen al cielo. Plantar ajos es lo que más le gusta.  Su saludo como siempre es seco, rudo, fuerte. Me dice algo así como:
Hola buen hombre.
Nunca en tres años  me ha llamado por mi nombre.
¿ como estás Inma? le pregunto sabiendo que ha estado enferma.
Sin entretenerse mucho en la explicación me dice de forma brusca:
bien, bien. ya estoy bien.
Mira el huerto un poco perdida.
¿ Aún estamos por aquí? me pregunta ( añade). Mucha gente me dice cuando me ve respecto a ti !la que le está cayendo a tu amigo!
no han podido todavía sacarme- le contestó irónico recordando tras tres años que hemos pasado. Lo único positivo, es que nos hemos ganado con sudor y lágrimas  la simpatía de muchos vecinos de la zona, que sabe lo que hemos aguantado aquí . En que situación de ninguneo y exclusión nos ha colocado el Ayuntamiento de Vall d´uixó cuando compró estos terrenos abandonados hacia décadas para dedicarlo a programas de escuelas taller. Estas escuelas pretenden hacer lo mismo que nosotros, pero con un derroche de medios que supera infinitamente los nuestros, es este caso los míos, una azada,  una sierra mellada, y una carretilla, junto un cuadro de pobreza extrema . En estos momentos, hay dos escuelas taller con más de 30 alumnos trabajando, los cuales  cobran un suelo envidiable para muchos trabajadores, !ni que decir que para mi! aunque el resultado a primera vista es bastante corto pese a contar con un imponente arsenal de gente, técnicos  y medios. Lo que me lleva a preguntarme sobre la igualdad de oportunidades, y el amor por lo que uno hace.
Inma contempla las habas casi marchitas. Adivino lo que está pensado; le explico mis impresiones sobre la transición de estación invierno primavera.
La primavera no les sienta bien a las habas Inma, se están muriendo con el calor, igual que los guisantes, las acelgas y las espinacas que se están poniendo amarillas.
Ven, acércate- le señalo a Inma unas grandes hojas de acelgas. Ella viene despacio y mira donde  señalo. Observa sorprendida un avispero entre las acelgas.
! Vaya! exclama alejándose instintivamente  un poco por si le pican.
Yo también las observo algo extrañado, no es normal que en sitio tan poco resguardado  elijan las avispas  su avispero. Con el dedo lo arranco y lo llevo con cuidado al bancal de arriba donde está trabajando por  las mañanas la escuela taller. Motivo por el que nunca voy al huerto por las mañanas y me cuesta mucho más la faena, además de la sequía. Podría decirse que lo tengo todo en contra. Las avispas cuando las agarro aún están tranquilas, acaban de salir del invierno y son bastante inofensivas. Solo hay dos avispas que me siguen preocupadas revoloteando a mi alrededor. Inma se ríe de mi  inocente chiquillada. vuelvo con ella y miro a mi alrededor. el sol  empieza a picar más que las avispas. Mi huerto está bastante seco, lo que me hace ser consciente del sufrimiento que me espera si quiero conseguir comer los tomates ecológicos que acabo se sembrar.  Los he plantado hace un rato donde estaban las habas, y los guisantes. no miden más de unos escasos cinco centímetros, seguramente si no pasa nada, en agosto medirán más de dos metros, y con dificultad haré las últimas podas levantando mis brazos para llegar a ellos subido a un cajón de naranjas . Las bachoquetas están empezando a brotar de la tierra. Sus primeras hojas son casi del tamaño de mi palma y caen del tallo tocando el suelo con la punta. quitando las líneas paralelas donde esta instalado el goteo, el resto es un paisaje árido y polvoriento. Sé que la primavera se presenta llena de vida que despierta, el campo se viste de colores alegres al igual que el cielo. Pero en este trozo de la tierra no es así. aquí se anuncia la primavera con dolor. El zumbido de las avispas en las acelgas. El sonido del empujón de la carretilla cargada de agua tirada por mis brazos, y la sombra del que pasea por mis campos que ve las hortalizas crecer y un trabajo bien hecho en la tierra seca, sabe aunque calla, que pese a tanto esfuerzo va a dar pocos frutos esta huerta, y que quien trabaja estos campos tiene más de pescado metido en una red que de agricultor. De entre toda la gente que pasea por aquí, hay un hombre es el que mejor ha sabido entenderlo. Se trata de un hombre todavía fuerte, aunque mediana edad, también Valenciano como yo, de la Malvarrosa, que acabó por este lugar por que se casó con una chica de Vall d´ Uixó. Pasea casi a diario por este sitio, o hace deporte acompañado de dos  imponentes dogos argentinos. Unos ejemplares que sin duda pueden ser los perros más hermosos de toda Vall d´ Uixó. Siempre que me ve me dice de forma amistosa:
Ye Bakalao.
Nunca he comprendido el por qué me llama así. Ahora mirando el huerto y a Inma que se despide caigo en la cuenta.
Sabes Inma, ahora comprendo al chico este que me llama bacalao.
El bacalao está seco y pescado. ¿Acaso no estoy yo así? seco y pescado en la gran red del ayuntamiento. ¿ no ves la red?
Inma me mira sorprendida, piensa unos segundos y me da la razón. ha visto la red. Poco a poco se va alejando entre las alcachofas, los cilantros, las salvias de flores moradas...
Me vuelvo a quedar solo. Aún estaré  tres horas más, es lo que tardo en traer y cargar en los bidones unos 120 litros de agua. Unas doce personas pasarán por mi lado, algunos guardando silencio a mis circunstancias , mirándome de reojo. De ellos habrá quien se detenga y me salude, dándome conversación que yo aceptaré de buen grado unos cinco minutos. hablaremos de temas genéricos. nadie abordará el tema de mi represión y de mi miseria. Sé que a la gente no les gusta hablar de estos temas, y más cuando tiene a una persona llena de vida y fuerza que tendría que tendría que tener una existencia normal y  feliz ; pero el campo, mis condiciones de existencia, delatan toda la trama.
Angelillo de Uixó.


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