Loados seáis aquellos que no habéis sido seleccionados en el
taller de empleo, y el viento os aleja del cálido vivir.
Se abrieron las puertas del gran salón del Ayuntamiento para
aquellos seleccionados en la escuela
taller que tanto habían sollozado, preguntándose
en estos tiempos donde escasea el trabajo y la solidaridad entre los oprimidos
:
¿ qué será de mi?
Yo era uno de ellos, podéis recordármelo cuando me veáis,
por si os he fallado.
Con paso firme, se abrieron paso entre nosotros las
autoridades, portando los contratos a los seleccionados para corregir esa
violencia que iba a seguir muchos años más en nuestra tierra. Cada vez más
hostil para sus pobres gentes.
Nada de dudas- nos explicaron
mientras entregaban el contrato- firmar
con firmeza, y desde este momento que
empieza el taller de empleo, tenéis
contrato, en vuestra mente solo habrá ésta señal, clara como el cielo.
Pasaron el dedo por nuestros rostros:
1. Acabar siendo una
persona insertada.
2. Acatar la jerarquía.
3. Comprendernos como gente que desea abandonar la
situación de exclusión en la que está
insertada.
Mañana, con esto asumido tendréis trabajo. Firmar.
Firmamos, y acatamos-
dijimos para que todo siga igual.
Y yo era uno de ellos
podéis recordármelo cuando me veáis por si os he fallado.
Recordarlo de nuevo-
yo era uno de ellos y
me sentía feliz de serlo, podéis decírmelo.
Pero veía desde la ventana a un amigo sentado en un banco
del parque que me esperaba con uno de mis perros, él seguía condenado a estar fuera, pero no se
sentía un perdedor. Veía su espíritu, veía su rostro, notaba como me miraba
desde la calle a mi silueta sentada, y firme firmante, y se burlaba.
Pavel.
Más hubo un recuerdo serio para todos aquellos en el salón
de plenos, porque si nosotros estábamos donde estábamos, era porque otros no
estaban. Y por ellos, siendo serios, aunque fuera por aquellos que no estaban deberíamos tener esperanza de nuevo en
nosotros, después de ser taladrados por
fatalidades que nos había llevado al infierno. Bastaba asomarse a la
ventana para escuchar los gemidos de los que estaban con el agua al cuello.
Hubo quien no pudo más, y se llevó el contrato al corazón ,
y en pie con el puño en alto se arrodilló entre lágrimas de alegría exclamando:
Juro por Dios que no
volveré a pasar hambre, jamás. Y desde hoy me esforzaré como nunca.
Yo era uno de ellos que también hizo su juramento, podéis
recordármelo cuando me veáis por si os he fallado.
Más también he de decir que me es hermosa la exclusión, y
que se lleve la vida a la gente por el aire, pues siendo una cosa dolorosa, es
también algo natural en la sociedad que aporta una gran riqueza personal.
Yo he sido uno de
esos abatidos por la vida, podéis recordármelo cuando me veáis por si os he
fallado.
Esto no lo dije, no era el momento para decirlo, ya que
estaba contento de la oportunidad que me ofrecían, y que verdaderamente era un
esfuerzo colectivo, que debía respetar, como respetar a los que no estaban, y
pensar en ellos como en mí.
Las autoridades de mi pueblo, me felicitaron, estaban
contentos de que estuviera con ellos, y yo también de estar con ellos. El
viento me había empujado dentro para que compartiera mis dudas con ellos,
porque así se avanza.
Y para aquellos que no fueron seleccionados, y el viento os arrastra también hoy, recordar
para no fallaros a vosotros mismos:
No os dejéis abatir.
Sacar fuerzas de flaquezas.
Siempre encontraréis siendo arrastrados, un trozo de madera,
un trozo de tierra, otros brazos de un semejante donde aferraros para
levantaros.
Podremos ser otros cada nuevo día, si comprendemos de verdad
lo que somos como clase y no nos resignamos.
En pie.
Angelillo de Uixó.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario