martes, 23 de noviembre de 2010

la retobatada














La retobatada.

La fortuna se sirve la de la naturaleza para desafiar a los hombres cuando desea girar en contra de alguien.
A veces se muestra amiga, otra veces enemiga, y siempre indiferente al sufrimiento y ajena a la justicia.
El hombre recurre ante este piélago de calamidades a su espiritualidad, que radica únicamente en su voluntad.
En las tierra de Cel se atesoraban sus riquezas sepultadas bajo una enorme capa de gleba.
Angelillo se propuso destronar a los reinaban en aquel lugar: el gusano y la oruga.
En un páramo que formaba un paisaje de rastrojos de naranjos, terruños resecos y arena convertida en piedra habían hecho un imperio que él pensaba que le pertenecía.
Angelillo abriría de parte a parte aquella eras, y en ella sembraría su fortuna.
Planeo un ataque contra aquellas abominables piedras arcillosas de color rojo semejantes a las ascuas del infierno que él conocía en vida.
Al primer envite fueron derrotados Angelillo y su maquinista sin que su animo mermara lo más mínimo en estos dos guerreros de la agricultura.
La tierra estaba tan seca que la maquina escupía la gleba prácticamente tal cual la recogía entre sus potente hierros.
Fue necesario inundar los campos para disolver aquella arena compactada.
Siendo Angelillo como los nobles conquistadores de antaño, un ser repleto de buenos deseos, virtudes y voluntad firme, pero con rentas tan bajas como la de aquellos hidalgos barrocos, aun así con grandes esfuerzos y privaciones se inundaron los campos.
Acudió al acontecimiento Vicent, el regador.
Era esta la primera vez que veía contento Angelillo al regador, ya que siempre tuvieron diferencias debido a que Vicent se quejaba que de regar 10 minutos de la tierra que tenía preparada antes de ampliar los campos de Cel no le rentaba dinero. Pero ese día como iba a regar más tiempo era feliz por sus intereses, ya que el egoísmo es el móvil de estas gentes villanas de campo.
Se permitió el capricho de bromear ante Angelillo cuando lo odiaba, como no podía ser de otra manera cuando un ser de naturaleza tan ínfima como era el caso de Vicent se encontraba ante alguien tan magnánimo, bueno, y justo como Angelillo.
El farandul aldeano andaba contento por las monedas que ganaría, y eso le hacía olvidar por un momento a su enemigo. Al inundar el campo veía sus intereses económicos recompensados.
Este regador era un compendio de todos los vicios, maldad e inmoralidad que portan en los genes los campesinos Valencianos, resumía todos los roles y estereotipos de la gente de campo.
Tras inundar los campos se volvió a lanzar un ataque contra esa tierra agónica, olvidada y reseca.
La maquina con mucho esfuerzo arrastrando su enorme tonelaje consiguió doblegar en parte la testarudez del polvo petrificado, aunque no lo suficiente para convertirlo en la arena perfumada, de suave tacto que perseguía Angelillo, y hubo que darle otra pasada más.
Finalmente se produjo la gran victoria de Angelillo, la roca de piedra se convirtió en fértil limo.
Vicent, el regador, tan enemigo de Angelillo como el acaro, el pulgón y la langosta, oculto en unos naranjos observaba intranquilo el desarrollo de la batalla esperando la nueva derrota de Angelillo. Al verlo victorioso salió corriendo, mesándose los cabellos de la rabia e invocando a Satanás.

A la gran victoria , agradecimiento a la CGT que colaboró en este duro enfrentamiento.

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