lunes, 9 de noviembre de 2015

Mi ojo mira despacio. ( de ser responsables)

mi ojo mira despacio.
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La siguiente escena se observa de forma habitual desde la calle de la avenida cortes valencianas de vall d”uixó a través de los cristales de un ETT durante la campaña de recogida de la naranja.


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Nuestros protagonistas principales son un hombre y una mujer separados por una mesa en la primera planta de la ett  llena de mesas con ordenadores. a la derecha de este hall   hay un macetero y unas escaleras de metal que suben a un despacho con una puerta y un gran ventanal que domina la sección de abajo.


EL gran ojo del gerente, un hombre trajeado  y calvo con los brazos cruzados cuando se asoma al ventanal gustando de comprobar con satisfacción  que todo vaya  rápido. La mujer protagonista es una atractiva administrativa negra con acento de Costa de Marfil llamada Dominga,  que se esfuerza por ir rápido contra su naturaleza sosegada. El hombre que tiene enfrente es un trabajador de 38 años del campo valenciano llamado Alonso que está acostumbrado a ir rápido  desde los 16 años cogiendo naranjas, bosteza en su silla. Se encuentran dentro de la ETT que está atestada de gente perteneciente a la clase obrera que forman una masa gris y monótona insalvable, repletas  de voces caóticas y sin sentido dentro de la organización de la ETT . Su decoración se repite. Mesas idénticas y hombres y mujeres idénticos, que apenas se miran más que para entregarse papeles y firmarlos sin apenas leerlos. van demasiado rápido  para ver algo o comprender algo.
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Entran y salen corriendo, y no paran de entrar y salir nuevas personas como si hubieran perdido  la cabeza allí dentro y al salir lo hicieran con ella, pero a lo mejor es al revés. Entran con la cabeza y salen sin ella, o por lo menos sin tiempo para saber si alguna vez han tenido o no cabeza.
Dominga expresa gestos de preocupación y nerviosismo, acaba de recibir mientras atiende a Alonso una llamada del gerente diciendo que vaya más rápida. Suele recibir diariamente este tipo de llamadas desde hace una par de semanas y le preocupan hasta por las noches cuando duerme. Dominga extiende a Alonso los documentos para que firme la baja sin interesarle los motivos y dar paso al siguiente, un marroquí de media edad y que espera malhumorado impaciente mirando el reloj sin cesar. El será el que ocupará  el puesto de Alonso al segundo siguiente que se vaya para probar fortuna en el mundo de la velocidad.
Alonso le pregunta mirando los papeles sin prisas  a Dominga:
¿ has hecho alguna vez algo más deprisa que los demás?
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Dominga lo mira extrañada por la pregunta, y trata de pensar. No se aclara a contestar:
Pues.. no se.. creo que nunca a he ido más rápida que nadie.
luego vuelve a su realidad:
por favor señor Alonso ¿ me puede firmar el cese?
Alonso mira a los jornaleros que están por las mesas dándose de alta y baja a gran velocidad.
Alonso se sincera con  Dominga:
Toda esta gente que ves, la única virtud a que ha quedado de su trabajo es a ir más deprisa que los demás. al que no va rápido es despedido por vosotros. lo que a lo mejor no sabéis es que se le queda una mala conciencia por ello, unos sentimientos de culpa y vergüenza.
Se repiten sin cesar en su mente como una oración absurda:
“he ido más lento que los demás. y por eso he sido despedido”
Cuando deberían presumir de eso y decir con orgullo:
“si, he cuidado de mi salud, he ido más despacio que los demás”
Te preguntaras como se todo esto. yo mismo lo he experimentado aunque no te lo creas.
Pero ¿ me he despreciado? me ha causado algún problema reconocerlo, no.
Mi ojo va despacio, le gusta mirar las cosas con calma cuando voy al campo.
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un árbol , una naranja, el paso de un caracol por una rama. ¿ has visto alguna vez la herida que causa la baba del caracol en una berenjena? No se como las viejas y las zorras  se lo ponen en la cara.
Dominga insiste en que le firme los documento repleta de terror. Nota dentro de ella el vértigo del gerente , escucha como una voz interna que no existe amenazante: tic- tac, tic- tac  tac . Siente una presencia sobre su espalda y escucha una voz interior que no es suya sino del gerente que esta mirando en silencio:
Dominga negrita, venga, venga más de prisa, que eres muy lenta, ya te lo he dicho varias veces. Todos los negritos sois lentos. Te está bien puesto el nombre de Dominga.
El moro que no para de ver impaciente el reloj  empieza a chillar.
A que venir tanto cuento y tanto hablar, venga, venga, rapidez o Mohamed no trabaja.
Dominga le tranquiliza cada vez más angustiada con un timbre de voz quebrado:
Por favor no se vaya en un momento señor  terminamos y firma usted el alta
Mohamed poseído por la desesperación le amenaza:
Dos minutos más o  me voy. No me gusta perder el tiempo esperando.
Dominga mira a Alonso compasiva que vuelve a bosteza mirando al gerente asomado al ventanal con la mirada clavado sobre ellos.
Las compañeras de Dominga ya ha dado de baja a tres trabajadores despedidos por lentos y han sido repuestos por tres nuevos empleados que prometen ser veloces. Todo en menos de 10 minutos, lo que hará que la empresa Access tenga un gran beneficio y un cheque ahorro en la seguridad social por un trabajador discapacitado.
Alonso saca su cámara y le enseña unas fotografías a Dominga:
mira, antes era al revés el trabajo en el campo, era todo lento. Yo preparaba mi huerta y cada cinco minutos mis ojos se levantan del surco y se recrean en lo que veían brotar de los surcos. Mi espirita se elevaba y yo me definía como Alonso un  ser contemplativo. Así se llega a un nivel donde el trabajo no se convierte en un castigo, sino en un premio. pero ahora se exige lo contrario: la rapidez que es el castigo. y eso lleva consigo un trabajador estúpido, asustadizo, inculto. La rapidez es incultura.
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Mohamed que escucha  levanta los brazos y se va gritando como un Inglés:
Me voy, no aguanto más,esto es una tomadura de pelo inhumana.
Dominga  sobrecogida por el ataque de rabia de mohemed se levanta con los papales de un contrato y lo detiene colocando su bello cuerpo ante  la puerta.
Firme , firme por favor
Mohamed se niega. La aparta convencido y sale.
Dominga se vuelve a la mesa, coloca  las manos en la cabeza sujetando su pelo rizado y espeso.
¿ Qué he hecho, qué he hecho? se pregunta llorando.
EL gerente baja indignado con lo que ha pasado.  Alonso en ese momento sin saber porqué se da cuenta de lo que va a pasar y se interpone. trata de protegerla .
No la culpe, la he entretenido yo.
El gerente mira a Alonso con desprecio por su papel de caballero pobre, y le contesta con sarcasmo :
No la proteja, y menos con una excusa tan vista. conozco como son los trabajadores. Sino estás encima de ellos se tumban en el suelo como si fueran perros.
Dominga,  la nombra el gerente con disimulo, suba y firme el finiquito.
Ambos suben por las escaleras. Ella va detrás con la cabeza mirando los pies, resignada. Se vuelve cuando escucha la voz de Alonso que la llama sentado en la silla:
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¿ te espero y nos vamos juntos?
parada
Angelillo de Uixó.
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