lunes, 17 de septiembre de 2018

Hombres cohetes, por ellos no llueve en Vall d´Uixó.









Habían llegado las lluvias de septiembre a Vall d´Uixó. Este hecho tan trascendental para la vida y la economía  debería haber causado que  abrieran los periódicos locales con la noticia:
Llegan como las rebajas del corte inglés, puntuales las lluvias de septiembre.
Era una noticia importante  después de los cada vez más largos, y cada vez más  secos veranos. Ya no eran frecuentes desde hacia más de media década en Vall d´Uixó las lluvias de septiembre. Produciendo la ausencia de lluvias  estrés, malestar y desasosiego entre agricultores y gente mayor. Ellos sufrían más que nadie viendo como se desmoronaba, no solo el orden moral que ellos habían conocido en su juventud, sino también la naturaleza. El paisaje que ellos habían creado a fuerza de una voluntad que superaba el cansancio, el hambre, las enfermedades,  la miseria, y sobre todo la desesperación.  Empujándolos  a llevar piedras, montones de piedras, hasta un cortado sobre un barranco para ribacearlo y plantar un algarrobo, un olivo, o  una viña. Hoy, aún se mantenían en ese lugar después de 50, 60 o más de 100 años. Aunque ahora apenas se vieran los sarmientos de la viña cubierta de maleza, y de aquel algarrobo,  olivera , quedara algo  medio secos y enfermo.  El monte tenía poco defensores en estos tiempos, o los tenía a montones detrás de las maquinas, los ordenadores, organizaciones ecologistas, ministerios de medio ambiente. Poco iban a hacer por cambiar su tranquila vida en la oficina, o por ir contra de su fábrica, en contra de su ministerio, de su organización ecologista y de este modo ayudar a la naturaleza  formando ellos con su trabajo agrícola parte de ella.
En Vall d´Uixó estaban anunciado toros, como casi todos los días, cuando la lluvia llegó..
 El pueblo quedó  cubierto de un tétrico y fantasmagórico vaho blanco que cubría como una telaraña blanca los techos de teja del centro del pueblo mientras las tinieblas de la noche de disipaban. Las primeras luces flotaban sobre las nubes que tocaban el suelo envolviendo plásticos y papeles. Las piedras rojizas del campanario de la Asunción volaban por encima de las nubes como si fuera un cohete que se comunicara con el cielo. La raya del mar había desaparecido, cubierta por una cortina blanca flotante e inmaterial que parecía que con la mano se podía atravesar sin que opusiera resistencia. Iba avanzando esta cegadora  luz blanca  que eclipsaba los campos perdidos de naranjo, acercándose  a Vall d´Uixó. Los pájaros muy excitados, iban dando vueltas en círculo  subiendo como si lo hicieran a través de una escalera de caracol cada vez más altos por cielo hasta que sus cuerpos eran un punto, una mancha   indefinida girando como una noria en medio de una humedad cada vez más fuerte, como la presión de aire. Un trueno retumbo a lejos. Todo cambio. Antes de dejar de verse el pueblo desde una caseta de San Antonio, cayeron sobre la persiana varias gotas gordas. Primero una, luego otra…, y empezó a diluviar. El único punto que se veía desde allí, aunque no de forma muy nítida era un  nido de ametralladoras que está sobre una enorme cueva en una pequeña colina  calcinada por los incendios que corona el  barrio de Texas. ¡ Cuánta gente estaba feliz! Pedro, a sus más de setenta años sonría por la lluvia y tomaba otra copita de vino acompañada de una tapa de sangre. Llevaba un par de horas en el bar y estaba algo achispado. Sus ojos de ternera brillaban, que eran lo que más destacaba de su cuerpo sin terminar de desarrollar debido a que dejó  de crecer a las catorce años por anemia, como mucha gente de su generación de la posteguerra, brillaban de felicidad. Miraba  como un niño tras los cristales mugrientos del bar el agua caer. Su rostro amable, su corazón sencillo, que no se habían desgastado pese a llevar  una vida de miseria en Vall d´ Uixó. Habiéndola empezado a conocer este mundo vendiendo en su niñez arropes junto su padre, para luego pasar a la fábrica de zapatos. La miseria de esta tierra, lo único feo que le  había dejado, era la costumbre de mirar al suelo para recoger lo que encontrará . A su lado, sin prestarle atención a Miguel se sentaba  el traca, treinta años más joven que Miguel maldecía que lloviera.
El toro, nos jodera el toro la maldita lluvia. - comentaba el traca a un compadre de fiestas lleno de tatuajes, delgado y alto, con pinta de andaluz que le daba la razón.
Habrá que hacer que deje de llover- dijo el traca de forma misteriosa.
Sus palabras pasaron desapercibidas. Pero en la cabeza del traca y en la de muchos estaba lanzar cohetes al cielo y dejará  de llover.
Cerca de la fuente de la cervera, Noel , un agricultor ecológico y naturista asturiano, aristócrata de cuna  con sangre de los Borbones, a los que maldecía,   daba saltos de alegría con la tormenta. Su historia, según se contaba en el pueblo era algo peculiar. Poca gente sabía de ella, ya que Noel, no bajaba casi nunca al pueblo. Hablaba solamente con senderistas y los forestales. Era casi autosuficiente. Fabricaba su propio pan, tenía sus verduras que le proporcionaba su huerta, así como realizaba  el queso de sus ovejas. Las cuales daban cada vez menos leche porque no había casi pastos.  Había llegado a vall d´Uixó porque escuchó en un retiro espiritual  a un chaman que le aconsejó  que tenía que vivir en un pueblo de Castellón y dejar su asquerosa vida de riquezas que le estaban anulando espiritualmente y haciéndole muy desgraciado. Vendió un castillo, un mercedes, un yate, varias caballos árabes, y a una querida   para comprarse un terreno en Vall d´uixó donde se quitó las botas para ser labrador. Aunque en el banco tenía bastantes millones, porque escuchó a Dios decirle que los guardará por si los necesitaba. Noel era muy infeliz en Vall d´Uixó. No sabía que pensar del chaman, si era una penitencia que el mandaba por su vida descarriada. Noel cuando vio que llevaba lloviendo un par de horas  guardó con esmero los semilleros que preparaba para su huerto para que no pudriera la simiente. Hilillos de agua brotaban por la montaña. Su espalda arqueada sintió la frescura del agua cayendo por su espina dorsal.
La charca de bajo del puente de San José cuya fauna de cangrejos, caracolas de agua dulce, culebras de agua, berros, pequeños peces y gambas estaba agonizando en menos de cuatro metros cuadrados y en un palmo de profundidad. Había resistido al verano en un verdadero infierno, casi sin oxigeno,  sin alimentos, devorándose unos a otros por sobrevivir en un círculo de piedras que detenían el poco agua que quedaba. La única posibilidad que tenían era que llegará agua para irse de allí. Las rocas iban quedando cada vez más profundas para los peces que empezaba a subir del fango donde se desesperaban. Los huertos chupaban el agua sedientos, los pozos se llenaban. En las montañas se formaban pequeñas cascadas. A las 13: 35 el traca, seguido de Maldado llevaban bajo un viejo imperdible de las peñas en fiesta varias lanzaderas caseras y cohetes.
¿ Llevas la mecha Maldado? Le preguntó el traca mirando fijo al charnego andaluz que tiro mano a sus bolsillos. Sacó papel de liar, drogas, una cartera, la navaja, un peine grasiento que pasaba compulsivamente por su pelo negro engominado.
No- contestó asustado ante la miraba furiosa del traca.
Te voy a dar de ostia Maldado.
Es el TDH respondió el maldado asustado por el traca. Maldado que sabía que tenía contactos  en el Ayuntamiento  y los curas el traca, capaces de amargarle la vida si no obedecía.
El TDH, el TDH, estoy harto de tus movidas mentales, desgraciado. Ve al chino y que no te vean. Rapidito .
Al cabo de unos minutos llegó con la mecha. El traca abrió el chubasquero de las peñas de fiestas  y entraron en un corral de una planta. El traca lo condujo a una uralita  pegada a una pared que impedía que se mojara una mesa llena de utensilios.
Que guapo ¿ qué es? Preguntó el Maldado mirando los objetos de la mesa.
Es el mapa de vall d´Uixó,  y esto son medidores de viento y de coordenadas para cohetes. Es un corral de la caja Rural San Isidoro para lanzar  cohetes anti lluvias y contra los anti desahucios. .
¿ lo pagan ellos?
El traca lo miro con cara de tonto.
Pues claro tío. Si no tiene que pagar los seguros agrarios por los daños por las lluvias, las goteras de las casas y esas cosas. No es bueno que llueva ¿ sabes?
Alucino tío- dijo el Maldado mirando los mapas.
Saca el GPS y dame las coordenadas.  Vamos a reventar esa puta tormenta e irnos de fiesta putona. La caja rural la paga.
 A la 13:35 del 15 de septiembre fueron lanzados desde esa zulo de lanzaderas  de la caja rural tres petardos contra el cielo. La fina cortina de agua que prometía estar todo el día bendiciendo la vida se paro poco a poco.  A las 14 horas  no quedaba nada de agua.
Noel maldijo a  Vall d´Uixó cuando escuchó los petardos y le cayó parte de la carcasa sobre su espalda.
Pedro que había salido del bar y miraba el suelo con el paraguas que recogió maldijo el pueblo.
En los cojones se podrían meter los petardos.
 EL rumor va creciendo conforme la sequía es mayor. Los cohetes es uno de los factores responsables de que no llueva.
En Vall d´Uixó no se sabe los cohetes que se tiran en un solo día. A todas horas suenan lanzados por imbéciles a los que llamamos, hombres cohetes. Los perros corren por las casas asustados por culpa de los hombres cohetes, los pájaros se lanzan al vuelo desde los árboles desesperados huyendo de los cohetes, muchas personas se sobresaltan siendo molestados por  las explosiones constantes y las amenazas vecinales si piden silencio de cementerio.
 Las nubes se rompen y deja de llover.
Y todo esto ocurre por culpa de un grupo de hombres cohetes.
Angelillo de Uixó.
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