Capitulo IV de con el agua al cuello.
Después de las lluvias torrenciales, Ángel , el agricultor
con exclusión social de Vall d´Uixó había
bajado a ver el estado de su huerto. La tormenta seguía en su mente. Brotaban
hilillos de preocupaciones por doquier dentro del mundo que habitaba en su
cabeza . No solo se trataba de la
campaña de “con el agua al cuello” contra la exclusión social junto la oficina
obrera de Castellón, cuyos resultados después de tres semanas eran todavía
nulos, ya que el Ayuntamiento había decidido
no reconocer su situación de miseria ni hacer ningún tipo de autocrítica
a las muchas injusticias que había producido , no solo a Ángel , sino a otras
muchas personas de clase obrera, lumpen, y a la naturaleza. De todos estos, sus
derechos no se tenían nunca en cuenta. También la sequía le amenazaba con
empobrecerlo más. Ahora que las lluvias que daban un respiro se quedaron en
nada con el aumento salvaje de temperatura tras la tormenta en pleno septiembre,
marcando el mercurio a más de 32 grados. El estado ruinoso de su casa también era
motivo de sus pensamientos, la salud de sus perros, la deuda que le habían
provocado los servicios sociales de Vall d´Uixó donde fue dejando facturas de
la luz los meses que no las podía pagar, y para su sorpresa, Iberdrola le
notificó que le iban a cortar la luz si no pagaba más de 100 euros de más de
cinco facturas pendientes dejadas en servicios sociales, algunas desde el año 2017, es decir de casi un año. No hablaremos
de sus heridas emocionales, y la impronta que había dejado años y años de
miseria, estrecheces y exclusión social. No prestaba atención al camino tan
sobradamente conocido andando distraído por la acera de un descampando entre la Avenida suroeste y Texas.
Estaba ya cercano a adentrarse por un
corto camino agrícola que quedaba perdido en esta zona urbana por desarrollar ,
cuando una furgoneta destartalada con dos hombre morenos, de aspecto musulmán o
gitano, le pasó por su lado, por la acera. Al sentir casi la chapa de la
furgoneta rozando su cuerpo, le entró tal rabia a Ángel, que estuvo tentado de coger una piedra y
romper el cristal, pero la furgoneta bajo de la acera evitando la rotonda y se
adentro por la carretera. Solo pudo ver el perfil de los dos hombres,
impotente, pensando que le pasaba al mundo. Tras un suspiro prologado, sintió
las nauseas ante la presencia de un par de chicas muy atractivas que iban casi desnudas haciendo deporte. Pasaron
por su lado lanzándole una mirada de indiferencia y orgullo al verlo mal
vestido, y ser poco atractivo sexualmente para ellas mientras hablaban de ir a comprar ropa al corte inglés.
Ángel tuvo que luchar con todas sus fuerzas para no vomitar. Rápidamente se alejaron las chicas por la
acera por donde circuló la furgoneta en dirección prohibida y por un carril
para peatones. Los pocos metros de camino agrícola terminaban en el puente de
San José donde estaba la charca de las Agonías. El puente de San José tenía la leyenda y el
honor de ser el favorito de los abundantes suicidas de Vall d´Uixó. Casi todos
los años, varias personas cruzaban al otro lado del mundo desde el. A los pocos metros de la charca vio sus
tierras. Las lluvias lo habían demacrado. La piel del huerto estaba húmeda y
llena de pequeñas piedras de rodeno sembradas por doquier arrastradas por la
corriente de agua que llegó a tiempo.
Varias barracas de bachoquetas envejecidas
y para arrancar habían sido tumbadas por la trompa de agua. Las
bachoquetas más jóvenes florecían entre las cañas llenas de fuerza. Guisantes y
habas sembrados recientemente asomaban sus primeras hojas a la superficie como
orejas de conejos que salen de la madriguera. El aire en septiembre era
abrasador tanto como en un día del verano. Ángel , que nada tenía que hacer
allí hasta que aquella mole de tierra grasienta se secará, decidió pasear por los alrededores. Los caminos del barranco
habían desparecido. Y la charca donde agonizaban sin remedio sus habitantes con
una resignación estoica desde que una maquina excavadora hundiera uno de sus enormes punzones en la tierra para desecarla. La
herida había sido moral para la charca, sin embargo, siempre quedaba algo de
agua, un pequeño reducto de unos 10 metros cuadros a los sumo con dos palmos de
agua, en muchas ocasiones cubierto de limos que le daba un aspecto repugnante.
Bajo esos limos había un verdadero infierno de vida maltrecha e indefensa:
cangrejos, caracolas, peces, ranas, sapos, culebras, cientos de larvas…. Ahora quedaban estas
miserias de la charca atrás , y estaba de nuevo llena de agua cristalina. Los
plateados lomos de los peces brillaban saltando para cazar pequeños
mosquitos y polillas que volaban a ras del agua. Por un momento,
la poza insana y fangosa cuyo triste espectáculo de peces, cangrejos, culebras
extinguiéndose entre apestosos limos verdes sobrecogía, se había convertido en
un maravilloso espectáculo capaz de
hacer amar el mundo, aunque fuera por un momento.
Es solo un instante de felicidad lo que va a durar aquí la vida, pero quizás valga la
pena sufrir tanto, por ese breve momento - les dijo Ángel a los habitantes de
la charca sentado sobre una roca bajo el puente de San José sintiendo como el agua empezaba a bajar
bajo la roca donde estaba. Cálculo los días hasta que el nivel quedaría a nivel
de fango. A ese ritmo en nivel del agua
llegaría a lodazal en cuatro, a lo sumo
cinco días. Los animales lo sabían, los peces, los cangrejos y las culebras
visitaban todos los días la fisura que aquella enorme maquina había producido
por donde se iban bajo tierra los litros y litros que le suministraba el río
crecido por las lluvias. Los cangrejos hacia guardia allí impotentes. Entre
varias rocas se podía ver saliendo las burbujas que producía entrando el agua
por la gran fisura. . Varios peces y cangrejos, desde que se secó la charca se habían aventurado desesperados a viajar por
aquellas grietas buscando una salida. Pero nunca volvieron de aquellas galerías
donde era imposible la circulación. Se
malograba mi vida porque así lo habían decidido unas personas que imponían su
modelo laboral, moral y económica al resto, que acataba porque no estaban
unidos. Así los animales se hiciera lo que se hiciera y se violaran sus
derechos, nunca tendrían voz y morirían sin que se hiciera justicia con ellos,
y con muchas personas, la mayoría de la humanidad que era empobrecida, seguiría
allí como la naturaleza y los animales, esperando algún día tener justicia.
Ángel sentado en aquella roca, absorto,
parecía de lejos una estatua bañada por un sol que tras las lluvias
resurgía con más fuerza, con una fuerza de verano siendo casi otoño que no
podía traer nada bueno. Una pequeña culebra de agua zigzagueaba con la cabeza
fuera por la charca cruzando al otro lado de la charca, a miles de kilómetros
de allí, varias familias de espaldas mojadas hacían lo mismo que esa culebra
cruzando a la otra parte para sobrevivir.
¡Viven!- Gritó
Ángel pensando en todo esto
mientras las hierbas empapadas a su alrededor que estaban dobladas empezaba a enderezarse como él , que se
levantó de aquella roca contemplando los destellos de los rayos del sol sobre
el agua , empezó a caminar fatigado a casa, con los pies doloridos de ir
siempre caminando. Conforme el sol iba secando la tierra empezaba a germinar de
nuevo la vida, el aire olía a fresco, a hierba renovada.
El mundo podía ser un lugar maravilloso si los hombres se pusieran de acuerdo para acabar con su
miseria acabando con los explotadores y respetando la naturalaza.
Angelillo de Uixó.
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